Prólogo
La
mayoría de los hechos que atiende la policía, tienen en alguna medida la
tendencia oculta a convertirse en una crisis. Una llamada por un vagabundo, un
altercado de violencia familiar, un accidente de tránsito, etc. Estos episodios
llevan en el fondo esa cuota de incertidumbre que en pocos segundos puede convertir
un procedimiento rutinario en una crisis de escasa incidencia o de magnitud inesperada:
Ese vagabundo que se resistió a su arresto y lesionó al oficial; aquella
discusión conyugal que acarrea ataques de histeria, lesiones y hasta involucró
un homicidio pasional o este accidente que termina con el linchamiento del
conductor que arroyó a un menor.
En
realidad esa tendencia se manifiesta o se disipa, en muchos de los casos de
acuerdo al grado de preparación del policía que toma el primer contacto para
saber manejar la situación.
En la
mayoría de los casos, esa preparación, depende sobre todo de tres factores: Su
experiencia, el conocimiento y el entrenamiento. Pero es el primero el más
fundamental a veces, porque casi todas las policías de Latinoamérica, resignan
su habilidad para manejar episodios de distinta naturaleza en conocimientos
empíricos antes que científicos o doctrinarios.
¿Pero
qué ocurre cuando ese episodio no es tan sencillo para ser solucionado por la
patrulla que llega al lugar?, ¿Qué sucede cuando la magnitud de incidente a
tratar involucra de manera cierta y actual el peligro de vida para las personas?,
¿Qué hacer cuando el sospechoso está ahí, y amenaza con matar a alguien si no
se satisfacen sus demandas? Hablamos entonces de las “Crisis de Alto Riesgo”.
Dentro
de ese concepto; que involucra una serie de incidentes de distinto tipo; se
encuentran los problemas policíacos de estos tiempos y que están cobrando cada
vez más víctimas, no solo por el peligro que en su esencia entrañan, sino
también por la falta de experiencia para encontrar una solución adecuada: Son
los casos de toma de rehenes, motines carcelarios, intentos de suicidio,
situaciones de atrincheramiento de sospechosos armados, inclusive algunos
allanamientos mal planificados o mal ejecutados pueden transformarse en una
crisis de alto riesgo.
Ellos
llevan en común distintas contingencias esenciales que veremos más adelante,
pero mencionaremos una de ellas en este punto, y es que pueden resolverse de
una manera más viable que con el uso inmediato de la fuerza: “Podemos negociar su solución”.
De
esta manera, episodios rodeados de dramatismo, pueden remediarse mediante la
aplicación de una doctrina que ha arrojado como resultado la recuperación de
muchas vidas que, de otra manera, hubieran engrosado las largas listas de
víctimas fatales en todo el mundo. Su aplicación hoy en día es indiscutible por
las agencias policíacas más importantes del planeta y su elaboración, producto
de largos años de estudios, ha sintetizado de una manera más científica el
abordaje experimental y rutinario que aún hoy seguimos aplicando cuando
aparecen estas crisis que causan desconcierto por su gravedad y que, por esos
mismos motivos, debemos preguntarnos si nosotros; los encargados de hacer
cumplir la ley, no hemos agravando más todavía.
Estudiaremos
en el desarrollo de este manual el gerenciamiento y la administración de
crisis, la negociación en crisis y para la liberación de rehenes y de manera
general los procedimientos para el rescate de rehenes; en síntesis, la estrategia
en general y las tácticas diversas que ayudan a su aplicación, pero valga una
aclaración que considero principal antes de entrar en materia:
Las
variables circunstancias de tiempo, lugar y modo; la mayor sofisticación o la
insuficiencia de equipamiento; el mayor o menor entrenamiento, etc., hacen que
estos hechos nunca, jamás sean iguales confrontados con otros de similares
características, aún cuando pueda clasificárselos de diferentes modos. Por
ello, la experiencia nunca será completa, ni existirán manuales que puedan presumir
de aplicarse como una panacea.
Sin ninguna
duda podemos afirmar que el ingrediente que más influye para que estos hechos
sean distintos es el humano.
La
formación profesional del responsable de comandar una operación con rehenes, la
personalidad y capacidad mental del negociador, la aptitud e idoneidad de cada
miembro del equipo táctico (aún cuando puedan responder a un determinado perfil
o estereotipo) nunca serán iguales, esto repercute en el grupo y también, a no
dudarlo, determina en mucho casos los resultados. Y será más inconstante
todavía la psiquis del sospechoso que tendremos que enfrentar en cada caso.
Por
estas sencillas razones, tan importantes para tener en cuenta como la vida
misma de los inocentes, es que se hacen necesarios la actualización permanente;
la experiencia, el estudio de casos y los planes pre-incidentes; el entrenamiento
perseverante y los simulacros reales.
Queda
claro entonces que no es bastante con conocer la doctrina aquí estudiada y la
experiencia transmitida.
“Conocimiento – Entrenamiento – Experiencia”. Esta
es la amalgama necesaria para la aplicación correcta de estos conceptos, y así
lo han hecho práctico los mejores negociadores y los principales grupos
tácticos, a quienes cientos de inocentes les deben la vida.
Pero...
¿Será ese elemento accidental que es el factor humano que hizo que otros tantos
hechos terminaran trágicamente?... No lo sabemos. Nunca sabremos si con todo el
conocimiento, el entrenamiento y la experiencia en el próximo incidente una
vida se nos irá de las manos.
Las
crisis de alto riesgo son episodios en el que pocos desean verse involucrados,
y son menos aún los que están preparados para afrontarlas.
A ellos...
Protagonistas Anónimos, que lo arriesgan todo en pos de la vida, la libertad y
el cumplimiento de la ley, les dedico este manual.
Lic. Osvaldo A. Cuello Videla
Ex-negociador del Grupo
de Resolución de Incidentes
y Secuestros G.R.I.S.
de Resolución de Incidentes
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